Paulatinamente
la noche lava y deslava las estrellas
y un sollozo de ninguna voz va de piedra en piedra
como el primer peatón de la mañana.
La garganta invade
el aroma unánime de las pisadas furiosas
y el paso va y viene
por las calles
entra y sale
del mercado
diseminando la humillación callada.
Amargos zapatos
tiemblan en la estructura de la espera
apuntando sus destinos
y disparan al corazón del día,
Se enroscan a los mínimos peldaños
y cogen pasos para arraigar el viento al suelo
acaso pa regresar a casa.
Sobre galácticas quebradas han parpadeado alas en el cielo
y vagan
con el sentido pervertido del rincón
los pasos de otros.
Hay una muerte para cada uno.
I n e v i t a b l e m e n t e
la muerte rutinaria nos conduce.