Valparaíso

Valparaíso
1910

28.- La Plaza Victoria


(A Damiela Eltit y a la salud de Lumpérica. Alguna vez estuvimos de rodillas en una alfombra, fraternizando un cóctel, canapés, maní y aguardiente en casa de Claudio Muñoz, una vieja pareja de Damiela. Sus ojos negros eran demasiado profundos para confraternizar...en profundidad. Daba miedo. Era mucho junto a CADA y vano,... como CADA)..

...
La Plaza de la Victoria es un centro social
que se ornamenta con trofeos
se infecta de tránsfugas balbuceantes desarrapados o pitucos
y bambolea su nave fantasmal en sus dominios familiares o armazones.

El crisol del mediodía dominguero prodiga sobre las bancas astilladas
sus manchas de sol en sombras refulgentes
que al pasto centellean casi siempre verde y verdé.

Los niños y las palomas
balancean sus pechos al disparo
arrullo de los pasos silabarios.

Los niños públicamente se cagan y ocasionalmente
circunvalan la plaza con elásticas pelotas de aserrín y globos
o con mocos.
Incluso los leones son montados y las perras.

Lácteas tetas de amargura en sus tejedoras
perjuran sus palillos de chaleco salvavidas
si algún varón dotado consumiera sus adornos cerebrales
al son de la marcha incandescente del orfeón.

Pero al son de aquellos pálidos ancianos nadie puede ilusionarse
puesto que si no lloran lastimados por sus nietos olvidados,
- iriscentes remanentes de familias connotadas en el ámbito local -
menos reirán con sus placas dentales empeñadas.

Quien debiera marcar la diferencia sería el fotógrafo y su cajón
que impacta descuadrando un feto luminoso y traspasa los sentidos,
o al menos un barquito manicero y su barquillo
humeando algodón rosado contra brisas del perfume victorioso.

Pero no lloran los viejos ni los niños ni menos las muchachas
que no pueden ser acariciadas contra un poste luminoso
si por ellas Sonia cruza a pies juntillas, con el alma en vilo,
cuadrado por cuadrado encumbrando su enamorado pelirrojo.